¿Qué significa bautismo en el agua?

¿Se requiere el bautismo en agua para la salvación? De ser es así, ¿cómo debe efectuarse? ¿Por rocío? ¿Por derramamiento? ¿Por inmersión? ¿Y qué de los niños? ¿Quién debe bautizar — un ministro ordenado o pueden otras personas hacerlo? ¿Cuándo alguien está listo, debería esperar o ser bautizado inmediatamente? ¿Es necesario el rebautismo? ¿Qué parte tiene el arrepentimiento en esto? ¿Cómo es que la Biblia responde a todas estas preguntas?


Alrededor del mundo, millones de personas se convierten en cristianos profesos cada año. Algunos son bebés bautizados, otros jóvenes que se han unido a la iglesia de su elección — y otros adultos convertidos que han sido alcanzados por misioneros. Por supuesto, muchos “creyentes” jamás son bautizados. La mayoría de los restantes no son bautizados correctamente.

En Pentecostés, del año 31 d.C., el día en que la Iglesia del Nuevo Testamento fue creada, el apóstol Pedro dio un poderoso sermón a muchos oyentes. Su mensaje fue tan convincente que 3,000 personas fueron bautizadas. Antes de sus bautismos, muchos le preguntaron: “Varones hermanos, ¿qué haremos?” (Hechos 2:37). La respuesta de Pedro fue: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”.

¡Este versículo es el claro mandamiento de Dios a “ser bautizado”! Este mandamiento no solamente está en su Biblia, sino que la Biblia también dice que el arrepentimiento debe preceder al bautismo o la persona no recibirá el don del Espíritu Santo.


La mayoría cree que no hay requisitos — ni condiciones — para ser salvo. Eso no es verdad y el versículo anterior prueba que hay al menos una condición que debe preceder al bautismo — ¡el arrepentimiento! Algunos de los que enseñan que no hay condiciones para la salvación frecuentemente citan Romanos 10:9, 13. Pablo escribe en el versículo 9: “Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”. El versículo 13 parece hacerlo incluso más fácil: “porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”.
¿Qué podría ser más simple para los aspirantes a cristianos? ¿Con cuánta frecuencia ha escuchado usted que todo lo que uno debe hacer es “creer en su corazón”? Pero, ¿habrá más en este versículo de lo que parece?
Muchos hablan de haber tenido una “experiencia religiosa” que instantáneamente los convirtió en cristianos. Una vez viví muy cerca de una señora que me dijo que ella “solamente sabía” que era cristiana porque, (así es como ella lo puso): “Encerré a Jesús y a la Biblia en mi corazón cuando tenía nueve años”.
Muchos creen que esto es todo lo que se necesita para que ocurra la conversión. Otros creen “Cristo lo hizo todo en la cruz por mí,” o “soy salvo por la gracia solamente sin condiciones”. ¿Qué de los muchos millones quienes creen en estas ideas? ¿Es eso todo lo que se requiere para la salvación? ¿Los versículos de Romanos 10:9 y 13, son los únicos que deben preocuparle?

Bajo la pena de muerte

Romanos 6:23 dice: “La paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús”. I Timoteo 6:16 dice: “[Cristo] el único que tiene inmortalidad”. Además, Romanos 3:23 dice: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. Estos tres versículos prueban que ningún ser humano tiene vida inmortal inherente. Dios le dijo a Adán: “…polvo eres, y al polvo volverás” (Gén. 3:19). Los seres humanos están hechos de simple polvo — tierra — y nada más. A eso es a lo que volverán cuando mueran.
El apóstol Juan fue inspirado a escribir: “Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (I Juan 5:11-12).
A no ser que los seres humanos tengan un Salvador — uno que pague la penalidad por sus pecados — ellos están destinados a la muerte, ¡No a la inmortalidad! Muchos versículos más podrían ser citados para probar esto. La buena noticia es que Dios — y solamente Dios — tiene el poder de otorgar la “dádiva” de la vida eterna (Juan 5:26). ¡No se equivoque! Ésta no puede ser ganada — es una dádiva gratuita. Pero es una dádiva dada con condiciones — para aquellos que califiquen.
La mayoría de los cristianos creen que son “salvos por la sangre de Cristo”. Esto no es verdad. La Biblia dice que “seremos salvos por su vida” (Rom. 5:10), aunque somos “reconciliados con Dios” y “justificados en su sangre [de Cristo]” (5:9). Vea también I Corintios 15: 17-18. Esto es importante de entender y requiere alguna explicación.
¡Considere! Si Cristo no ha resucitado de los muertos, entonces Él no puede enviar su Espíritu Santo para engendrar a los cristianos. Recuerde que Pedro dijo que el arrepentimiento y el bautismo llevarían al recibimiento del Espíritu Santo de Dios. Un cristiano es uno que es guiado por el Espíritu Santo. Pablo escribió: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios” (Rom. 8:14). Es este mismo Espíritu en los cristianos el que Dios usará para cambiarlos eventualmente en Hijos de Dios compuestos de Espíritu — resucitados como seres espirituales. Es este Espíritu en ellos el que, cuando sean transformados, hará posible la vida eterna — la salvación. ¿Es esto claro? Si Cristo no hubiera sido resucitado, Él no habría podido ir al cielo de donde Él les enviaría su Espíritu a los cristianos. Sin este Espíritu morando en la mente de un cristiano, no hay esperanza de vida eterna.
Romanos 8:11 dice: “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros”. En la resurrección, uno que anteriormente fue engendrado por Dios se habrá convertido en alguien nacido de Dios. Previo a este nuevo nacimiento (Juan 3:3-6), un cristiano es simplemente un heredero — y aún no un beneficiario (de la vida eterna). En esta vida, un cristiano es como un óvulo impregnado en el vientre. El nacimiento del bebé llega nueve meses más tarde. En esta misma forma, el nacimiento de un cristiano dentro del reino de Dios llega después del tiempo del engendramiento y la conversión.
Un cristiano ha sido convertido a una nueva forma de vida. Él busca cambiar — ser más como Jesucristo todos los días. También busca a Dios diariamente. Él ejercita el Espíritu de Dios para desarrollar su propio carácter — ¡a través de una renovación diaria de la mente! Gálatas 5:22-23 lista los nueve “frutos del Espíritu”, identificados como amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. Estas cualidades de la naturaleza de Dios son practicadas y reflejadas cuando su Espíritu está presente en un ser humano.
Pablo escribió en II Timoteo 1:7: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”. Un verdadero cristiano está trabajando activamente en estas tres cualidades, las cuales provienen del carácter y del Espíritu de Dios. Él se esfuerza por desarrollar el amor de Dios. Regularmente le pide a Dios que le de dominio propio y el ¡poder para crecer, cambiar y hacerse más como Jesucristo en palabras, pensamientos y obras! La meta del cristiano es poder crecer en todas las formas posibles. Pedro escribió: “Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (II Pedro 3:18). Si el cristianismo fuera simplemente un momento singular en el que decidimos invocar el nombre de Cristo, entonces ¿por qué dice el versículo que tenemos que crecer?
¿Cuál sería el propósito de esta instrucción?
Cristo dijo: “Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mat. 24:13). He aquí otro versículo que muestra que para que uno sea salvo, se requiere más que “solamente creer”. El cristianismo representa una necesidad de perseverancia — ¡una necesidad de mantenerse en el camino cuando no es fácil! Y no siempre es fácil obedecer la ley de Dios y rendirse a su gobierno en la vida.
El verdadero cristianismo no es un “paseo”. No es tomar el sendero de menor resistencia, sin necesidad de crecer, cambiar o ¡soportar desafíos y pruebas difíciles! Cristo dijo: “Entrad por la puerta estrecha [difícil]: porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan [en griego dice: que la están hallando, en tiempo presente progresivo]” (Mat. 7:13-14).
Ahora debería ser claro que el recibir el Espíritu de Dios no es un fin en sí mismo, sino, más bien, es el principio — el comienzo — para un cristiano recién engendrado. Compare Romanos 8:7 con I Juan 5:12 y dos cosas se vuelven indiscutibles. Una persona debe pertenecerle a Cristo, y ésta no le puede pertenecer a Cristo a no ser que haya sido engendrada por el Espíritu de Dios.
¿Pero cómo llega uno al punto en que el Espíritu de Dios es dado?

“Arrepentíos y creed”

Las primeras palabras que la Biblia registra provenientes de la boca de Cristo son encontradas en Marcos 1:15. Él dijo: “Arrepentíos y creed el evangelio”. Se ha aclarado que el arrepentimiento está enlazado con el bautismo y la conversión. Pero también está enlazado con creer el evangelio del reino de Dios. Ambos de estos representan mandamientos — requisitos — condiciones — ¡para que uno sea un cristiano!
El mundo ignora el verdadero evangelio. Ellos están preocupados con la Persona de Jesucristo en lugar del mensaje que Él trajo. ¡Él habló continuamente acerca del reino de Dios que ha de venir pronto a este mundo! (Lea nuestro folleto gratuito ¿Cuál es el verdadero evangelio? y ¿Qué es el reino de Dios? para aprender más acerca del engaño que ha mantenido escondido este importante conocimiento al mundo.)
La palabra arrepentirse significa cambiar — ¡dejar de pecar! Pero, ¿qué es el pecado? La Biblia responde: “Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley” (I Juan 3:4). Aunque muchos han oído acerca del pecado, casi nadie sabe lo que éste es, ni cuál es su definición. No debe haber malentendidos respecto a lo que significa.
El mandamiento de “creer el evangelio” significa creer las buenas nuevas del venidero reino de Dios. La palabra evangelio proviene del latín, evangelium, y que a su vez se origina del vocablo griego evangelion que significa BUENAS NUEVAS. El gobierno de Dios viniendo a la tierra es una buena noticia. Aquellos quienes se rinden a Dios deben de estar dispuestos a creer el evangelio. Con este pronto venidero gobierno vendrá la institución de las leyes de Dios sobre toda la tierra. Paz, abundancia, felicidad y gozo “brotarán” por todas partes. No es sorpresa que a los cristianos les sea instruido por Cristo orar regularmente: “venga tu reino” (Mat. 6:10).
Las dos condiciones para la salvación descritas en Marcos 1:14-15, son las mismas que están en Hechos 2:38 — ¡arrepentíos y creed! Una vez más, Pedro dijo: “Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”. El Espíritu de Dios no puede ser dado a no ser que haya una absoluta creencia (fe) en el sacrificio — la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo. El bautismo representa — simboliza — una fe (creencia) completa en que el sacrificio de Cristo se aplica a cada persona que practica esta fe.
Cuando Felipe el diacono estaba aconsejando al eunuco etíope para el bautismo, el eunuco le preguntó: “¿Qué impide que yo sea bautizado? Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo…” (Hechos 8: 36-37). En el versículo 38, Felipe bautizó al eunuco.
Dios ha prometido que donde hay arrepentimiento y fe (creencia), Él dará su Espíritu Santo. Cuando Dios promete, Él mantiene su palabra. Él no transige ni olvida. Él deja claro que hay condiciones para recibir el don de su Espíritu Santo.
¡Por lo tanto, el bautismo en el agua, simbolizando arrepentimiento y creencia, es una condición ordenada para recibir la salvación!

¿Fue bautizado Jesús?

¿Cuál fue el ejemplo de Cristo con respecto al bautismo? Puesto que Él no tenía pecados de qué arrepentirse, ciertamente no necesitaba ser bautizado. Pedro fue inspirado a registrar: “Cristo…dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas” (II Ped. 2:21).
Note el relato de Mateo en cuanto al ejemplo de Cristo. Cristo vino a Juan el Bautista “para ser bautizado por él” (Mat. 3:13). El versículo 16 declara: “Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua”. El resto de este versículo registra a Cristo recibiendo simbólicamente el Espíritu Santo, el cual descendía sobre Él como una paloma. Mientras esto ocurría, una voz del cielo dijo que Dios se “complacía” con su “amado Hijo”. Los verdaderos cristianos también son hijos de Dios. ¡Pueda Dios estar complacido con cada uno de nosotros, a medida que buscamos vencer las tentaciones del pecado que Cristo venció!

Bautizando por la autoridad de Cristo — En Su nombre

¿Qué significa ser bautizado “en el nombre de Jesucristo”? La Policía Montada Real Canadiense solía decir: “¡Alto en el nombre de la ley!” Si un policía le dice a alguien que “pare en el nombre de la ley”, todos reconocemos que eso quiere decir pare “por la autoridad (el poder, el oficio) de la ley”. También existe autoridad suprema en Dios y su ley. Cristo confiere su autoridad para ciertas acciones. El bautismo es una de ellas.
¡Note! La Biblia dice que Jesucristo bautizó a más personas que Juan el Bautista. ¿Estaba usted consciente de esto? ¿Estaba usted consciente también de que la Biblia dice que Cristo no bautizó a nadie? ¿Cómo pueden ser verdaderas ambas declaraciones? En realidad, veremos que Cristo tuvo a sus discípulos bautizando a muchas personas. Note en Juan 3:22: “Después de esto, vino Jesús con sus discípulos a la tierra de Judea, y estuvo allí con ellos, y bautizaba”. Este versículo dice claramente que Cristo bautizaba. Note más adelante en 4:1: “Cuando, pues, el Señor entendió que los fariseos habían oído decir: Jesús hace y bautiza más discípulos que Juan, (aunque el mismo Jesús no bautizaba, sino sus discípulos)”.
Esta es una escritura importante. ¿Por qué? ¿Cómo puede ser que Cristo bautizó a muchos, cuando Él en realidad no bautizó a nadie? Simplemente por esto: Cristo les autorizó a sus discípulos bautizar en su lugar — en su nombre — y Dios se atribuye este trabajo físico de bautizar a Él mismo. Fue como si Él mismo hubiera realizado el bautismo, porque sus discípulos lo estaban haciendo en su nombre. Ellos lo hicieron por Él, en el sentido que lo hicieron por su autoridad — y eso era considerado como si Él mismo lo hubiera hecho.
Cristo le dice a los Cristianos: “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré” (Juan 14:13), y “si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré” (vs. 14). Para énfasis, en dos versículos consecutivos, Cristo dice casi exactamente lo mismo. Los cristianos reciben respuestas a sus oraciones como resultado directo de orar en el nombre de Cristo. Juan 16:23 lo hace más claro: “En aquel día no me preguntaréis nada…todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre” (vs. 24). El punto es que el Padre responde las oraciones si nosotros venimos a Él por la autoridad de Cristo — ¡en su nombre! Ha sido dicho que Cristo le ha delegado a los cristianos “poder notarial” para actuar en su lugar, o por Él, en las oraciones. En esta forma, a los cristianos les es autorizado por Dios realizar numerosas tareas en su nombre.

El bautismo es una clara ordenanza

Hemos establecido que Pedro ordenó el arrepentimiento, seguido por el bautismo. Ahora note Hechos 17:30: “Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan”. Este punto debe ser claro. Dios ordena el arrepentimiento y el arrepentimiento precede al bautismo. Por lo tanto, se podría decir con igual certeza: “Dios ordena que todos los hombres sean bautizados” o “que se arrepientan y sean bautizados”.
Cristo les ordenó directamente a sus discípulos que bautizaran a las personas a fin que éstas pudieran ser salvas. Él ciertamente ató el bautismo directamente con la salvación. Él lo convirtió en una condición para recibir la vida eterna. Sus discípulos siempre practicaron el bautismo cuando nuevos discípulos estaban siendo convertidos. Hechos 2:41 dice: “Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados”. Hechos 8:5, 12 dice: “Entonces Felipe descendiendo a…Samaria…Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios [note este mismo mensaje atado a lo que los nuevos convertidos deben llegar a creer], y el nombre de Jesucristo, se bautizaban”. Existen aquellos que dirán que este simplemente fue “bautismo por el Espíritu Santo”. Los versículos 15-16 hacen que esa explicación sea imposible porque Pedro y Juan, “…habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo: porque (éste) aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús”.
Si el bautismo de estos conversos fue simplemente un bautismo “por el Espíritu de Dios,” entonces ¿cómo pueden las escrituras decir que estas personas habían sido “bautizadas,” cuando el Espíritu de Dios todavía “no había descendido sobre ninguno de ellos”? Eso no tiene sentido — a no ser que el bautismo y el recibir el Espíritu Santo sean dos eventos completamente separados, ¡tal como lo afirmó Hechos 2:38!
Cuando el italiano gentil, Cornelio, y su familia fueron bautizados, en Hechos 10:44, 47-48, una declaración muy directa es mencionada acerca de la necesidad de ser bautizado apropiadamente. Pedro fue usado por Dios para darles el primer sermón a los judíos discutiendo el bautismo (Hechos 2). Diez años después, en el 41 d.C., Él también usó a Pedro para que fuera el primer apóstol en predicarles el evangelio a los gentiles. (Pablo fue elegido después para ser el apóstol a los Gentiles). La devota familia de Cornelio recibió “el don del Espíritu Santo” (10:45). En esta singular circunstancia, ahora que ellos habían recibido el Espíritu Santo antes del bautismo, la respuesta inmediata de Pedro fue “¿puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados?…Y les ordenó que se bautizaran en el nombre del Señor”.
¡Sin lugar a dudas este es un mandamiento a ser bautizado en agua!

La gran comisión de Cristo incluía el bautismo

Como ha sido dicho, Cristo les ordenó directamente a sus discípulos que bautizaran. Note el relato del evangelio en Marcos acerca de la Gran Comisión que Cristo le dio a sus discípulos: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio [del venidero reino de Dios] a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado” (16:15-16). ¡El creer sin bautismo no es suficiente para ser salvo!
Mateo 28:19-20 también registra la misma instrucción de Cristo, pero añade algunos puntos y excluye otros que Marcos registró. (Esta es la misma comisión, así que ambos relatos deben de ser tomados juntos). Mateo registra: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones…” Esto tuvo que incluir el enseñar el evangelio del reino de Dios porque Marcos mencionó esto. Este versículo continua: “bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado”. ¡En su Gran Comisión dada a sus discípulos, la escritura indica claramente que Cristo ordenó el bautismo!
Es importante notar que esta escritura explica que el bautismo es hecho “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. La palabra “en” debiera ser apropiadamente traducida “dentro de”. Mientras que Hechos 2:38 dice que seamos bautizados “en el nombre de Jesucristo”, el relato de Mateo usa la frase más larga. ¿Se contradicen las escrituras con ellas mismas? ¿Podrán ser cambiadas o anuladas algunas veces por otra escritura? Juan 10:35 dice que no. Eso es imposible. La Biblia nunca se contradice a sí misma. Si se contradijera, la Biblia no valdría ni el papel en que fue escrita.
Bautizar en el nombre de Jesús y ser bautizado dentro del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son dos puntos completamente diferentes. El primero habla del asunto de la autoridad para bautizar en el lugar de Cristo — o se tiene la autoridad para bautizar o no. El segundo habla del asunto de ser bautizado dentro de la Familia — la Divinidad del Padre, Hijo y (poder del) Espíritu Santo. (Aunque este folleto no pretende enfocar este tema, debe ser notado que esto no se refiere a la doctrina de la trinidad, la cual no es bíblica y niega el verdadero significado del reino de Dios). Dios es un Padre que se está reproduciendo a sí mismo — añadiendo muchos hijos a su familia. Él no es “tres personas en una”, formando una Divinidad cerrada. La trinidad apareció por primera vez como enseñanza en la gran falsa iglesia “cristiana” en el tercer siglo d.C. Ésta fue importada hacia adentro de la iglesia como una falsificación para reemplazar la verdad de que Dios está expandiendo su familia. (Usted puede leer nuestro folleto gratuito La Trinidad — ¿Es Dios tres en uno?)

¿Cuál es la manera correcta de bautizar?

¿Cuál es la forma apropiada de bautizar? ¿Será por rocío, derramamiento o inmersión? Las personas no solamente deben obedecer el mandamiento de Dios de ser bautizadas, sino que el bautismo debe ser llevado a cabo en la manera — con el método — que Dios ordena. De otra forma, el bautismo es inválido. Es entonces como si nunca hubiera ocurrido.
Debemos preguntarnos qué significa la palabra bautismo. ¿Significa rociar? ¿Significa derramar? La respuesta está en el significado de la palabra griega en particular que se usa dondequiera que se encuentran las palabras bautismo o bautizar en el Nuevo Testamento.
Primero, es vital reconocer que bautizar es en realidad una palabra griega. ¡No es una palabra en español! El lector posiblemente esté consciente de que el Nuevo Testamento fue escrito en griego y traducido al español. La palabra bautizar representa una desviación del patrón de los traductores. Cuando los traductores llegaron a la palabra baptizo, ellos decidieron no traducirla dejándola como “bautismo”. La pregunta de cuál es el método apropiado se hubiera eliminado si ellos la hubieran traducido a su verdadero significado: ¡sumergir, meter en, o poner adentro de! La palabra en español “derramar” se deriva de la palabra griega cheo y “rociar” se deriva de rantidzo. ¡Dios escogió la palabra baptizo porque Él no quería que rociar o derramar representaran el símbolo apropiado de la conversión!
Segundo, considere el asunto en esta forma. Uno no puede ser sumergido con derramamiento o salpicadura de agua — ¡a uno solamente le pueden rociar o derramar agua al rociarle o derramarle ésta! De la misma manera, uno solamente puede ser sumergido, siendo sumergido. Dios dice lo que Él da a entender y da a entender lo que Él dice.
No es de extrañar que cuando Juan el Bautista estaba bautizando a las personas, él escogió lugares apropiados “porque había allí muchas aguas” (Juan 3:23). Esto no habría sido necesario para rociar o derramar. Tampoco es de extrañar que cuando Felipe estaba bautizando al eunuco etíope dice: “y descendieron…al agua…y le bautizó. Cuando subieron del agua…” (Hechos 8:38-39). Este versículo no encaja con usar simplemente un poquito de agua para rociar o derramar sobre la cabeza de una persona. Finalmente, no es difícil ver por qué Mateo 3:16 registra que después que Cristo fue bautizado Él “subió luego del agua”.

¿Qué significa bautismo en el agua?

       

¿Qué significa bautismo en el agua?

¿Se requiere el bautismo en agua para la salvación? De ser es así, ¿cómo debe efectuarse? ¿Por rocío? ¿Por derramamiento? ¿Por inmersión? ¿Y qué de los niños? ¿Quién debe bautizar — un ministro ordenado o pueden otras personas hacerlo? ¿Cuándo alguien está listo, debería esperar o ser bautizado inmediatamente? ¿Es necesario el rebautismo? ¿Qué parte tiene el arrepentimiento en esto? ¿Cómo es que la Biblia responde a todas estas preguntas?


Alrededor del mundo, millones de personas se convierten en cristianos profesos cada año. Algunos son bebés bautizados, otros jóvenes que se han unido a la iglesia de su elección — y otros adultos convertidos que han sido alcanzados por misioneros. Por supuesto, muchos “creyentes” jamás son bautizados. La mayoría de los restantes no son bautizados correctamente.

En Pentecostés, del año 31 d.C., el día en que la Iglesia del Nuevo Testamento fue creada, el apóstol Pedro dio un poderoso sermón a muchos oyentes. Su mensaje fue tan convincente que 3,000 personas fueron bautizadas. Antes de sus bautismos, muchos le preguntaron: “Varones hermanos, ¿qué haremos?” (Hechos 2:37). La respuesta de Pedro fue: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”.

¡Este versículo es el claro mandamiento de Dios a “ser bautizado”! Este mandamiento no solamente está en su Biblia, sino que la Biblia también dice que el arrepentimiento debe preceder al bautismo o la persona no recibirá el don del Espíritu Santo.


La mayoría cree que no hay requisitos — ni condiciones — para ser salvo. Eso no es verdad y el versículo anterior prueba que hay al menos una condición que debe preceder al bautismo — ¡el arrepentimiento! Algunos de los que enseñan que no hay condiciones para la salvación frecuentemente citan Romanos 10:9, 13. Pablo escribe en el versículo 9: “Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”. El versículo 13 parece hacerlo incluso más fácil: “porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”.
¿Qué podría ser más simple para los aspirantes a cristianos? ¿Con cuánta frecuencia ha escuchado usted que todo lo que uno debe hacer es “creer en su corazón”? Pero, ¿habrá más en este versículo de lo que parece?
Muchos hablan de haber tenido una “experiencia religiosa” que instantáneamente los convirtió en cristianos. Una vez viví muy cerca de una señora que me dijo que ella “solamente sabía” que era cristiana porque, (así es como ella lo puso): “Encerré a Jesús y a la Biblia en mi corazón cuando tenía nueve años”.
Muchos creen que esto es todo lo que se necesita para que ocurra la conversión. Otros creen “Cristo lo hizo todo en la cruz por mí,” o “soy salvo por la gracia solamente sin condiciones”. ¿Qué de los muchos millones quienes creen en estas ideas? ¿Es eso todo lo que se requiere para la salvación? ¿Los versículos de Romanos 10:9 y 13, son los únicos que deben preocuparle?

Bajo la pena de muerte

Romanos 6:23 dice: “La paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús”. I Timoteo 6:16 dice: “[Cristo] el único que tiene inmortalidad”. Además, Romanos 3:23 dice: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. Estos tres versículos prueban que ningún ser humano tiene vida inmortal inherente. Dios le dijo a Adán: “…polvo eres, y al polvo volverás” (Gén. 3:19). Los seres humanos están hechos de simple polvo — tierra — y nada más. A eso es a lo que volverán cuando mueran.
El apóstol Juan fue inspirado a escribir: “Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (I Juan 5:11-12).
A no ser que los seres humanos tengan un Salvador — uno que pague la penalidad por sus pecados — ellos están destinados a la muerte, ¡No a la inmortalidad! Muchos versículos más podrían ser citados para probar esto. La buena noticia es que Dios — y solamente Dios — tiene el poder de otorgar la “dádiva” de la vida eterna (Juan 5:26). ¡No se equivoque! Ésta no puede ser ganada — es una dádiva gratuita. Pero es una dádiva dada con condiciones — para aquellos que califiquen.
La mayoría de los cristianos creen que son “salvos por la sangre de Cristo”. Esto no es verdad. La Biblia dice que “seremos salvos por su vida” (Rom. 5:10), aunque somos “reconciliados con Dios” y “justificados en su sangre [de Cristo]” (5:9). Vea también I Corintios 15: 17-18. Esto es importante de entender y requiere alguna explicación.
¡Considere! Si Cristo no ha resucitado de los muertos, entonces Él no puede enviar su Espíritu Santo para engendrar a los cristianos. Recuerde que Pedro dijo que el arrepentimiento y el bautismo llevarían al recibimiento del Espíritu Santo de Dios. Un cristiano es uno que es guiado por el Espíritu Santo. Pablo escribió: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios” (Rom. 8:14). Es este mismo Espíritu en los cristianos el que Dios usará para cambiarlos eventualmente en Hijos de Dios compuestos de Espíritu — resucitados como seres espirituales. Es este Espíritu en ellos el que, cuando sean transformados, hará posible la vida eterna — la salvación. ¿Es esto claro? Si Cristo no hubiera sido resucitado, Él no habría podido ir al cielo de donde Él les enviaría su Espíritu a los cristianos. Sin este Espíritu morando en la mente de un cristiano, no hay esperanza de vida eterna.
Romanos 8:11 dice: “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros”. En la resurrección, uno que anteriormente fue engendrado por Dios se habrá convertido en alguien nacido de Dios. Previo a este nuevo nacimiento (Juan 3:3-6), un cristiano es simplemente un heredero — y aún no un beneficiario (de la vida eterna). En esta vida, un cristiano es como un óvulo impregnado en el vientre. El nacimiento del bebé llega nueve meses más tarde. En esta misma forma, el nacimiento de un cristiano dentro del reino de Dios llega después del tiempo del engendramiento y la conversión.
Un cristiano ha sido convertido a una nueva forma de vida. Él busca cambiar — ser más como Jesucristo todos los días. También busca a Dios diariamente. Él ejercita el Espíritu de Dios para desarrollar su propio carácter — ¡a través de una renovación diaria de la mente! Gálatas 5:22-23 lista los nueve “frutos del Espíritu”, identificados como amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. Estas cualidades de la naturaleza de Dios son practicadas y reflejadas cuando su Espíritu está presente en un ser humano.
Pablo escribió en II Timoteo 1:7: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”. Un verdadero cristiano está trabajando activamente en estas tres cualidades, las cuales provienen del carácter y del Espíritu de Dios. Él se esfuerza por desarrollar el amor de Dios. Regularmente le pide a Dios que le de dominio propio y el ¡poder para crecer, cambiar y hacerse más como Jesucristo en palabras, pensamientos y obras! La meta del cristiano es poder crecer en todas las formas posibles. Pedro escribió: “Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (II Pedro 3:18). Si el cristianismo fuera simplemente un momento singular en el que decidimos invocar el nombre de Cristo, entonces ¿por qué dice el versículo que tenemos que crecer?
¿Cuál sería el propósito de esta instrucción?
Cristo dijo: “Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mat. 24:13). He aquí otro versículo que muestra que para que uno sea salvo, se requiere más que “solamente creer”. El cristianismo representa una necesidad de perseverancia — ¡una necesidad de mantenerse en el camino cuando no es fácil! Y no siempre es fácil obedecer la ley de Dios y rendirse a su gobierno en la vida.
El verdadero cristianismo no es un “paseo”. No es tomar el sendero de menor resistencia, sin necesidad de crecer, cambiar o ¡soportar desafíos y pruebas difíciles! Cristo dijo: “Entrad por la puerta estrecha [difícil]: porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan [en griego dice: que la están hallando, en tiempo presente progresivo]” (Mat. 7:13-14).
Ahora debería ser claro que el recibir el Espíritu de Dios no es un fin en sí mismo, sino, más bien, es el principio — el comienzo — para un cristiano recién engendrado. Compare Romanos 8:7 con I Juan 5:12 y dos cosas se vuelven indiscutibles. Una persona debe pertenecerle a Cristo, y ésta no le puede pertenecer a Cristo a no ser que haya sido engendrada por el Espíritu de Dios.
¿Pero cómo llega uno al punto en que el Espíritu de Dios es dado?

“Arrepentíos y creed”

Las primeras palabras que la Biblia registra provenientes de la boca de Cristo son encontradas en Marcos 1:15. Él dijo: “Arrepentíos y creed el evangelio”. Se ha aclarado que el arrepentimiento está enlazado con el bautismo y la conversión. Pero también está enlazado con creer el evangelio del reino de Dios. Ambos de estos representan mandamientos — requisitos — condiciones — ¡para que uno sea un cristiano!
El mundo ignora el verdadero evangelio. Ellos están preocupados con la Persona de Jesucristo en lugar del mensaje que Él trajo. ¡Él habló continuamente acerca del reino de Dios que ha de venir pronto a este mundo! (Lea nuestro folleto gratuito ¿Cuál es el verdadero evangelio? y ¿Qué es el reino de Dios? para aprender más acerca del engaño que ha mantenido escondido este importante conocimiento al mundo.)
La palabra arrepentirse significa cambiar — ¡dejar de pecar! Pero, ¿qué es el pecado? La Biblia responde: “Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley” (I Juan 3:4). Aunque muchos han oído acerca del pecado, casi nadie sabe lo que éste es, ni cuál es su definición. No debe haber malentendidos respecto a lo que significa.
El mandamiento de “creer el evangelio” significa creer las buenas nuevas del venidero reino de Dios. La palabra evangelio proviene del latín, evangelium, y que a su vez se origina del vocablo griego evangelion que significa BUENAS NUEVAS. El gobierno de Dios viniendo a la tierra es una buena noticia. Aquellos quienes se rinden a Dios deben de estar dispuestos a creer el evangelio. Con este pronto venidero gobierno vendrá la institución de las leyes de Dios sobre toda la tierra. Paz, abundancia, felicidad y gozo “brotarán” por todas partes. No es sorpresa que a los cristianos les sea instruido por Cristo orar regularmente: “venga tu reino” (Mat. 6:10).
Las dos condiciones para la salvación descritas en Marcos 1:14-15, son las mismas que están en Hechos 2:38 — ¡arrepentíos y creed! Una vez más, Pedro dijo: “Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”. El Espíritu de Dios no puede ser dado a no ser que haya una absoluta creencia (fe) en el sacrificio — la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo. El bautismo representa — simboliza — una fe (creencia) completa en que el sacrificio de Cristo se aplica a cada persona que practica esta fe.
Cuando Felipe el diacono estaba aconsejando al eunuco etíope para el bautismo, el eunuco le preguntó: “¿Qué impide que yo sea bautizado? Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo…” (Hechos 8: 36-37). En el versículo 38, Felipe bautizó al eunuco.
Dios ha prometido que donde hay arrepentimiento y fe (creencia), Él dará su Espíritu Santo. Cuando Dios promete, Él mantiene su palabra. Él no transige ni olvida. Él deja claro que hay condiciones para recibir el don de su Espíritu Santo.
¡Por lo tanto, el bautismo en el agua, simbolizando arrepentimiento y creencia, es una condición ordenada para recibir la salvación!

¿Fue bautizado Jesús?

¿Cuál fue el ejemplo de Cristo con respecto al bautismo? Puesto que Él no tenía pecados de qué arrepentirse, ciertamente no necesitaba ser bautizado. Pedro fue inspirado a registrar: “Cristo…dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas” (II Ped. 2:21).
Note el relato de Mateo en cuanto al ejemplo de Cristo. Cristo vino a Juan el Bautista “para ser bautizado por él” (Mat. 3:13). El versículo 16 declara: “Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua”. El resto de este versículo registra a Cristo recibiendo simbólicamente el Espíritu Santo, el cual descendía sobre Él como una paloma. Mientras esto ocurría, una voz del cielo dijo que Dios se “complacía” con su “amado Hijo”. Los verdaderos cristianos también son hijos de Dios. ¡Pueda Dios estar complacido con cada uno de nosotros, a medida que buscamos vencer las tentaciones del pecado que Cristo venció!

Bautizando por la autoridad de Cristo — En Su nombre

¿Qué significa ser bautizado “en el nombre de Jesucristo”? La Policía Montada Real Canadiense solía decir: “¡Alto en el nombre de la ley!” Si un policía le dice a alguien que “pare en el nombre de la ley”, todos reconocemos que eso quiere decir pare “por la autoridad (el poder, el oficio) de la ley”. También existe autoridad suprema en Dios y su ley. Cristo confiere su autoridad para ciertas acciones. El bautismo es una de ellas.
¡Note! La Biblia dice que Jesucristo bautizó a más personas que Juan el Bautista. ¿Estaba usted consciente de esto? ¿Estaba usted consciente también de que la Biblia dice que Cristo no bautizó a nadie? ¿Cómo pueden ser verdaderas ambas declaraciones? En realidad, veremos que Cristo tuvo a sus discípulos bautizando a muchas personas. Note en Juan 3:22: “Después de esto, vino Jesús con sus discípulos a la tierra de Judea, y estuvo allí con ellos, y bautizaba”. Este versículo dice claramente que Cristo bautizaba. Note más adelante en 4:1: “Cuando, pues, el Señor entendió que los fariseos habían oído decir: Jesús hace y bautiza más discípulos que Juan, (aunque el mismo Jesús no bautizaba, sino sus discípulos)”.
Esta es una escritura importante. ¿Por qué? ¿Cómo puede ser que Cristo bautizó a muchos, cuando Él en realidad no bautizó a nadie? Simplemente por esto: Cristo les autorizó a sus discípulos bautizar en su lugar — en su nombre — y Dios se atribuye este trabajo físico de bautizar a Él mismo. Fue como si Él mismo hubiera realizado el bautismo, porque sus discípulos lo estaban haciendo en su nombre. Ellos lo hicieron por Él, en el sentido que lo hicieron por su autoridad — y eso era considerado como si Él mismo lo hubiera hecho.
Cristo le dice a los Cristianos: “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré” (Juan 14:13), y “si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré” (vs. 14). Para énfasis, en dos versículos consecutivos, Cristo dice casi exactamente lo mismo. Los cristianos reciben respuestas a sus oraciones como resultado directo de orar en el nombre de Cristo. Juan 16:23 lo hace más claro: “En aquel día no me preguntaréis nada…todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre” (vs. 24). El punto es que el Padre responde las oraciones si nosotros venimos a Él por la autoridad de Cristo — ¡en su nombre! Ha sido dicho que Cristo le ha delegado a los cristianos “poder notarial” para actuar en su lugar, o por Él, en las oraciones. En esta forma, a los cristianos les es autorizado por Dios realizar numerosas tareas en su nombre.

El bautismo es una clara ordenanza

Hemos establecido que Pedro ordenó el arrepentimiento, seguido por el bautismo. Ahora note Hechos 17:30: “Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan”. Este punto debe ser claro. Dios ordena el arrepentimiento y el arrepentimiento precede al bautismo. Por lo tanto, se podría decir con igual certeza: “Dios ordena que todos los hombres sean bautizados” o “que se arrepientan y sean bautizados”.
Cristo les ordenó directamente a sus discípulos que bautizaran a las personas a fin que éstas pudieran ser salvas. Él ciertamente ató el bautismo directamente con la salvación. Él lo convirtió en una condición para recibir la vida eterna. Sus discípulos siempre practicaron el bautismo cuando nuevos discípulos estaban siendo convertidos. Hechos 2:41 dice: “Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados”. Hechos 8:5, 12 dice: “Entonces Felipe descendiendo a…Samaria…Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios [note este mismo mensaje atado a lo que los nuevos convertidos deben llegar a creer], y el nombre de Jesucristo, se bautizaban”. Existen aquellos que dirán que este simplemente fue “bautismo por el Espíritu Santo”. Los versículos 15-16 hacen que esa explicación sea imposible porque Pedro y Juan, “…habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo: porque (éste) aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús”.
Si el bautismo de estos conversos fue simplemente un bautismo “por el Espíritu de Dios,” entonces ¿cómo pueden las escrituras decir que estas personas habían sido “bautizadas,” cuando el Espíritu de Dios todavía “no había descendido sobre ninguno de ellos”? Eso no tiene sentido — a no ser que el bautismo y el recibir el Espíritu Santo sean dos eventos completamente separados, ¡tal como lo afirmó Hechos 2:38!
Cuando el italiano gentil, Cornelio, y su familia fueron bautizados, en Hechos 10:44, 47-48, una declaración muy directa es mencionada acerca de la necesidad de ser bautizado apropiadamente. Pedro fue usado por Dios para darles el primer sermón a los judíos discutiendo el bautismo (Hechos 2). Diez años después, en el 41 d.C., Él también usó a Pedro para que fuera el primer apóstol en predicarles el evangelio a los gentiles. (Pablo fue elegido después para ser el apóstol a los Gentiles). La devota familia de Cornelio recibió “el don del Espíritu Santo” (10:45). En esta singular circunstancia, ahora que ellos habían recibido el Espíritu Santo antes del bautismo, la respuesta inmediata de Pedro fue “¿puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados?…Y les ordenó que se bautizaran en el nombre del Señor”.
¡Sin lugar a dudas este es un mandamiento a ser bautizado en agua!

La gran comisión de Cristo incluía el bautismo

Como ha sido dicho, Cristo les ordenó directamente a sus discípulos que bautizaran. Note el relato del evangelio en Marcos acerca de la Gran Comisión que Cristo le dio a sus discípulos: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio [del venidero reino de Dios] a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado” (16:15-16). ¡El creer sin bautismo no es suficiente para ser salvo!
Mateo 28:19-20 también registra la misma instrucción de Cristo, pero añade algunos puntos y excluye otros que Marcos registró. (Esta es la misma comisión, así que ambos relatos deben de ser tomados juntos). Mateo registra: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones…” Esto tuvo que incluir el enseñar el evangelio del reino de Dios porque Marcos mencionó esto. Este versículo continua: “bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado”. ¡En su Gran Comisión dada a sus discípulos, la escritura indica claramente que Cristo ordenó el bautismo!
Es importante notar que esta escritura explica que el bautismo es hecho “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. La palabra “en” debiera ser apropiadamente traducida “dentro de”. Mientras que Hechos 2:38 dice que seamos bautizados “en el nombre de Jesucristo”, el relato de Mateo usa la frase más larga. ¿Se contradicen las escrituras con ellas mismas? ¿Podrán ser cambiadas o anuladas algunas veces por otra escritura? Juan 10:35 dice que no. Eso es imposible. La Biblia nunca se contradice a sí misma. Si se contradijera, la Biblia no valdría ni el papel en que fue escrita.
Bautizar en el nombre de Jesús y ser bautizado dentro del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son dos puntos completamente diferentes. El primero habla del asunto de la autoridad para bautizar en el lugar de Cristo — o se tiene la autoridad para bautizar o no. El segundo habla del asunto de ser bautizado dentro de la Familia — la Divinidad del Padre, Hijo y (poder del) Espíritu Santo. (Aunque este folleto no pretende enfocar este tema, debe ser notado que esto no se refiere a la doctrina de la trinidad, la cual no es bíblica y niega el verdadero significado del reino de Dios). Dios es un Padre que se está reproduciendo a sí mismo — añadiendo muchos hijos a su familia. Él no es “tres personas en una”, formando una Divinidad cerrada. La trinidad apareció por primera vez como enseñanza en la gran falsa iglesia “cristiana” en el tercer siglo d.C. Ésta fue importada hacia adentro de la iglesia como una falsificación para reemplazar la verdad de que Dios está expandiendo su familia. (Usted puede leer nuestro folleto gratuito La Trinidad — ¿Es Dios tres en uno?)

¿Cuál es la manera correcta de bautizar?

¿Cuál es la forma apropiada de bautizar? ¿Será por rocío, derramamiento o inmersión? Las personas no solamente deben obedecer el mandamiento de Dios de ser bautizadas, sino que el bautismo debe ser llevado a cabo en la manera — con el método — que Dios ordena. De otra forma, el bautismo es inválido. Es entonces como si nunca hubiera ocurrido.
Debemos preguntarnos qué significa la palabra bautismo. ¿Significa rociar? ¿Significa derramar? La respuesta está en el significado de la palabra griega en particular que se usa dondequiera que se encuentran las palabras bautismo o bautizar en el Nuevo Testamento.
Primero, es vital reconocer que bautizar es en realidad una palabra griega. ¡No es una palabra en español! El lector posiblemente esté consciente de que el Nuevo Testamento fue escrito en griego y traducido al español. La palabra bautizar representa una desviación del patrón de los traductores. Cuando los traductores llegaron a la palabra baptizo, ellos decidieron no traducirla dejándola como “bautismo”. La pregunta de cuál es el método apropiado se hubiera eliminado si ellos la hubieran traducido a su verdadero significado: ¡sumergir, meter en, o poner adentro de! La palabra en español “derramar” se deriva de la palabra griega cheo y “rociar” se deriva de rantidzo. ¡Dios escogió la palabra baptizo porque Él no quería que rociar o derramar representaran el símbolo apropiado de la conversión!
Segundo, considere el asunto en esta forma. Uno no puede ser sumergido con derramamiento o salpicadura de agua — ¡a uno solamente le pueden rociar o derramar agua al rociarle o derramarle ésta! De la misma manera, uno solamente puede ser sumergido, siendo sumergido. Dios dice lo que Él da a entender y da a entender lo que Él dice.
No es de extrañar que cuando Juan el Bautista estaba bautizando a las personas, él escogió lugares apropiados “porque había allí muchas aguas” (Juan 3:23). Esto no habría sido necesario para rociar o derramar. Tampoco es de extrañar que cuando Felipe estaba bautizando al eunuco etíope dice: “y descendieron…al agua…y le bautizó. Cuando subieron del agua…” (Hechos 8:38-39). Este versículo no encaja con usar simplemente un poquito de agua para rociar o derramar sobre la cabeza de una persona. Finalmente, no es difícil ver por qué Mateo 3:16 registra que después que Cristo fue bautizado Él “subió luego del agua”.

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